• El 75% de los pacientes críticos COVID-19 con ventilación mecánica invasiva han experimentado Síndrome Post-UCI, según un estudio español.
  • No hay grandes diferencias en el tratamiento y desarrollo con pacientes no-COVID, pero las medidas de aislamiento y la sobrecarga asistencial impiden un abordaje correcto para paliar los efectos a medio y largo plazo.
  • Los expertos plantean la necesidad de crear proyectos que establezcan equipos multidisciplinares con dedicación especializada a paliar el Síndrome Post-UCI.

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Sevilla, 15 de junio de 2022. El Síndrome Post-UCI es la serie de alteraciones físicas y psíquicas que experimentan los pacientes tras su ingreso en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Aparecen como consecuencia de la enfermedad crítica que les motivó el ingreso y persisten una vez superada, pudiendo presentar dificultades en sus capacidades funcionales, mentales y cognitivas a largo plazo. Paliar y controlar sus efectos es una tarea ardua en la que trabajan desde hace años los profesionales de medicina y enfermería de los servicios de Medicina Intensiva de nuestro país, pero la pandemia de la COVID-19 ha complicado desarrollar los programas y protocolos ya establecidos.

“Medidas para disminuir el Síndrome Post-UCI como la prevención y detección precoz del delirium, la rehabilitación precoz y el acompañamiento familiar han sido muy difíciles de llevar a cabo debido a la sobrecarga asistencial, a la falta de personal entrenado, a la dificultad de comunicación y a las medidas de aislamiento que impidieron la participación familiar. Al mismo tiempo, la sedación profunda, que se intentaba evitar para permitir eludir el síndrome, ha sido necesaria en muchas ocasiones”, explica la doctora Carola Giménez-Esparza, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).

Anticipación y cercanía siguen siendo claves para paliar los efectos en los pacientes COVID-19. “No hay diferencia en el modo de asistir al paciente crítico COVID-19 del que presenta Síndrome Post-UCI sin haber tenido COVID. Las necesidades de cada persona son únicas y se ha de tratar en base a ellas, de ahí que sea tan importante acompañar a la persona en el proceso, escucharles y darles información. Los síntomas físicos, cognitivos y mentales se han de trabajar desde la cercanía de la enfermera con la persona, anticipándose a los problemas derivados y trabajando juntamente con la persona y su familia”, explica Miguel Ángel Giménez, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (SEEIUC).

Uno de los pocos estudios* españoles publicados, realizado en pacientes COVID-19 con ventilación mecánica invasiva, ha mostrado una incidencia de Síndrome Post-UCI en torno al 75%. “La invasión directa del virus y la respuesta hiperinflamatoria causan a largo plazo alteraciones neuromusculares, respiratorias, mentales (depresión, ansiedad y estrés postraumático) y disfunción cognitiva, que en ocasiones ha llegado a ser severa causando cuadros de demencia”, dice la doctora Giménez-Esparza.

La SEMICYUC y la SEEIUC analizan de forma conjunta esta semana en Sevilla, en el marco de sus respectivos Congresos Nacionales, el Síndrome Post-UCI en enfermos COVID-19. “Hemos comparado pacientes que desarrollaron el síndrome antes y durante la pandemia y no hemos observado diferencias”, explica la doctora Giménez-Esparza respecto a una serie de más de 230 pacientes analizada en su hospital (Hosp. Vega Baja de Orihuela). “Además, un estudio multicéntrico australiano tampoco encontró diferencias en el seguimiento a los seis meses. Esto nos permite pensar que hemos hecho muchas cosas bien: buscando alternativas, adaptándonos a la nueva situación e ideando formas de superarla, sobre todo a la hora de suplir la falta de acompañamiento familiar”, afirma.

Precisamente es el papel activo de la familia el que sigue siendo parte del éxito. “La familia es un pilar en la recuperación y en el acompañamiento de la persona. Ellos guían en el proceso para conseguir que se recupere en el menor tiempo posible y se adelantan con su experiencia a las posibles dificultades que saben que va a tener”, indica Miguel Ángel Giménez.

Pero la pandemia sí ha traído cambios y mejoras. Por ejemplo, en lo referente a los fármacos sedantes. “Hemos buscado alternativas con menos efectos secundarios que las benzodiacepinas. Además, se ha contado con ayuda psicológica en muchas unidades y se han implementado programas de rehabilitación precoz, además de la puesta en marcha de la consulta Post-UCI en muchos hospitales para detectarlo precozmente y poder tratarlo”, añade la doctora.

Incrementar el conocimiento y la investigación entre los profesionales del Síndrome Post-UCI es uno de los objetivos a corto plazo en los Servicios de Medicina Intensiva. Así, la SEMICYUC ultima el proyecto ‘La UCI te cuida’, que abordará al paciente desde una perspectiva más humana e integral (física y psíquica), incluyendo la prevención, detección y tratamiento precoz del Síndrome Post-UCI, así como la relación y el papel de los familiares y los profesionales.

“En general, todos los pacientes graves necesitan rehabilitación precoz para prevenir el delirium y las alteraciones neuromusculares que se pueden producir a largo plazo. El hecho de que la gravedad de los pacientes COVID-19 haya sido, en general, mayor que la de otros ingresados ha hecho que la necesidad de terapias de rehabilitación, fisioterapia y psicología se hayan convertido en esenciales, de ahí que sigamos incidiendo en la necesidad de incluir esas figuras en los equipos multidisciplinares”, indica la doctora Giménez-Esparza. El proyecto ‘La UCI te cuida’ de la SEMICYUC recomienda precisamente grupos en los que colaboran neurólogos, neumólogos, rehabilitadores, fisioterapeutas, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, logopedas, nutricionistas, terapeutas ocupacionales y médicos de familia con los médicos y enfermeras de los Servicios de Medicina Intensiva; y, por supuesto, pacientes y familiares ‘expertos’.